El gato y los ratones
Un gato, llamado Rodilardo, causaba entre las ratas tal estrago y las diezmaba de tal manera que no osaban moverse de su cueva.
Así, con tal penuria iban viviendo que a nuestro gato, el gran Rodilardo, no por tal lo tenían, sino por diablo.
Sucedió que un buen día en que Rodilardo por los tejados buscaba esposa, y mientras se entretenía con tales cosas, reuniéronse las ratas, deliberando qué remedio tendrían sus descalabros.
Habló así la más vieja e inteligente:
-Nuestra desgracia tiene un remedio:
¡atémosle al gato un cascabel al cuello!
Podremos prevenirnos cuando se acerque,
poniéndonos a salvo antes que llegue.
Cada cual aplaudió entusiasmada; esa era la solución ¡estaba clara!
Mas poco a poco reaccionaron las ratas, pues ¿cuál iba a ser tan timorata?
¡Quién iba a atarle el cascabel al gato!
Así he visto suceder más de una vez -y no hablo ya de ratas, sino de humanos-: ¿a quién no lo han golpeado los desengaños?
Tras deliberaciones, bellas palabras, grandes ideas... y, en limpio, nada.
Tomado de: http://lalupa3.webcindario.com/fabulas/El%20gato%20y%20los%20ratones.htm
EL SOL Y LAS RANAS
Las Ranas decidieron celebrar un consejo. Estaban muy asustadas. El Sol había dicho que iba a cambiar su rumbo. Que sólo calentaría la Tierra durante seis meses al año; los otros serían de oscuridad y frío.
---¿Qué será de nosotras? -alegaban consternadas-; se secarán las charcas, los ríos...No podremos echarnos panza arriba a calentarnos; desaparecerán los insectos que nos alimentan. ¡No es justo! ¡Tenemos que protestar seriamente!
Elevaron sus clamores, y entonces una voz les respondió:
---¿Sólo por ustedes...por su bienestar, desean que el Sol siga alumbrando y calentando la Tierra todo el año?
---¿Y por qué tenemos que desearlo por alguien más? -contestaron sorprendidas.
Así sucede. Somos tan egoístas que sólo pensamos en nosotros mismos.
Tomado de: http://lalupa3.webcindario.com/fabulas/el%20sol%20y%20las%20ranas.htm
La cigarra y la hormiga (Félix María de Samaniego)
Cantando la Cigarra
pasó el verano entero,
sin hacer provisiones
allá para el invierno;
los fríos la obligaron
a guardar el silencio
y a acogerse al abrigo
de su estrecho aposento.
Viose desproveída
del precioso sustento:
sin mosca, sin gusano,
sin trigo, sin centeno.
Habitaba la Hormiga
allí tabique en medio,
y con mil expresiones
de atención y respeto
la dijo: «Doña Hormiga,
pues que en vuestro granero
sobran las provisiones
para vuestro alimento,
prestad alguna cosa
con que viva este invierno
esta triste Cigarra,
que alegre en otro tiempo,
nunca conoció el daño,
nunca supo temerlo.
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No dudéis en prestarme;
que fielmente prometo
pagaros con ganancias,
por el nombre que tengo.»
La codiciosa Hormiga
respondió con denuedo,
ocultando a la espalda
las llaves del granero:
«¡Yo prestar lo que gano
con un trabajo inmenso!
Dime, pues, holgazana,
¿qué has hecho en el buen tiempo?»
«Yo, dijo la Cigarra,
a todo pasajero
cantaba alegremente,
sin cesar ni un momento.»
«¡Hola! ¿conque cantabas
cuando yo andaba al remo?
Pues ahora, que yo como,
baila, pese a tu cuerpo.»
Tomado de: http://www.rinconcastellano.com/cuentos/samaniego/samaniego_cigarra.html
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